Soluciones para una agricultura sostenible
En España tenemos un grave problema con el agua que afecta tanto a la agricultura como al bienestar del país. Con precipitaciones limitadas históricamente, especialmente en el Levante y el sur, la escasez hídrica ha impulsado un notable aumento de los cultivos de regadío. Estos ofrecen un mayor rendimiento económico y menores riesgos que los cultivos de secano, que dependen exclusivamente de la lluvia. Sin embargo, el crecimiento de los regadíos choca con los efectos del cambio climático, que está reduciendo las precipitaciones y elevando las temperaturas, como se evidencia en la sequía actual.
Los cultivos de regadío cubren aproximadamente el 23% de la superficie agrícola de España, pero consumen el 80% del agua destinada a la agricultura. Ante este panorama, es esencial adoptar soluciones a corto, medio y largo plazo para asegurar un uso sostenible del agua en la agricultura.
A corto plazo, una de las prioridades es modernizar los sistemas de riego. Actualmente, un 23% de los regadíos aún utiliza métodos de riego por inundación o gravedad, que son ineficientes. La sustitución de estos por sistemas más eficientes, como el riego localizado, es esencial. Además, la digitalización y la agricultura de precisión pueden optimizar el uso del agua y reducir la necesidad de fertilizantes. A medio plazo, es crucial limitar la expansión de los regadíos para evitar agotar los recursos hídricos. El Plan Hidrológico Nacional debe revisarse para establecer límites según la disponibilidad de agua. Además, para compensar la falta de lluvias, es necesario acelerar la instalación de plantas desaladoras.
También es importante ofrecer alternativas económicas al regadío. Una solución prometedora es la agrofotovoltaica, que combina cultivos agrícolas con paneles solares. Esta tecnología genera ingresos adicionales para los agricultores y ayuda a reducir la demanda de agua de los cultivos gracias a la sombra que proporcionan los paneles.
A largo plazo, la Unión Europea debe flexibilizar sus restricciones sobre cultivos genéticamente modificados, permitiendo la adopción de nuevas tecnologías como la edición genética por CRISPR. Estas técnicas pueden generar plantas que requieren menos agua y fertilizantes, favoreciendo una agricultura más sostenible. También se debería promover la agricultura regenerativa, que combina métodos tradicionales y científicos para reducir el uso de agua y mejorar la salud del suelo. Con apoyo institucional, esta práctica podría convertirse en el modelo a seguir para garantizar la sostenibilidad del sector agrícola frente a la crisis hídrica.