
Sobran machos alfa y ‘malotes’
El esperpento de los dos casos judiciales de Rubiales y Errejón tienen en común múltiples detalles ridículos y cochambrosos, propios de dos personajes públicos que en momentos de su vida se han comportado como machos alfa o similar. Aunque está claro que se juzga a alguien por un hecho concreto, ambos llevaban por lo visto una turbia trayectoria de gestos chulescos, el político de izquierdas en privado y sin hacer ruido, aunque entre sus compañeras de filas algo se barruntaban, y el dirigente deportivo sin discreción: cómo no recordar esas imágenes suyas echándose mano a sus partes en el palco de un estadio para festejar algún gol, junto a autoridades tan insignes como miembros de la Casa Real.
Tal vez sea desproporcionado acusarlos de agresión sexual, porque cuando una piensa en ese grado de violencia, no encaja -sinceramente- darle un beso a la fuerza a alguien o bajarse los pantalones en plena velada tras una fiesta desenfrenada. Ojo, no estoy justificando, las dos conductas parecen bastante bochornosas y seguramente tendrán un castigo en los tribunales. Tampoco me parece mesurado el linchamiento al que se les ha sometido a los dos investigados. Luis Rubiales debía haber pedido disculpas sinceras a Jenni Hermoso desde el minuto uno y comprometerse a no repetirlo. Una multa para indemnizar por los daños morales a su víctima y asunto cerrado. En lugar de eso, se puso a maniobrar cuando no a coaccionar a la jugadora a través de su entorno familiar. Eso, después de lanzar unos bufidos en redes sociales impropios de un dirigente de lo que sea. Impresentable.
El que fuera fundador de Podemos tampoco se cubrió de gloria con un mensaje enigmático y lleno de excusas en el que venía a decir que “la sociedad es la culpable”, el liberalismo machista para más señas… Patético. Y lo peor en este caso es que el juez se ha lucido también con un interrogatorio machista y casi baboso que recordaba tópicos infumables como el de que “las madres las visten como…” y dando a entender que la víctima estaba disfrutando con el presunto acoso. Increíble, que todavía se escuchen ciertas cosas en los juzgados. Pero la sorpresa, al menos para mí, ha llegado precisamente con la actriz Elisa Mouliaá. Si ya me pareció un giro raro eso de plantarse en un plató de televisión de programa regulero para vender exclusivas de los detalles de su affaire, ahora que se ha sabido que a la semana siguiente de sufrir el presunto asalto sexual invitó a Errejón a ir juntos a un concierto de música… No sé, muy traumatizada no parecía estar, o ha experimentado una especie de Síndrome de Estocolmo ‘sexual’ de nivel Premium.
En fin, uno ya no sabe a qué atenerse, pero humildemente recomendaría a las mujeres no mostrar interés ni atracción por ese tipo de ‘malotes’ que parecen confundir virilidad con rudeza y rienda suelta a instintos cavernarios de trogloditas. Arrastrar a la hembra cogida por el pelo no es pasable hace milenios ni para gorilas, a ver si demostramos entre todos estar algo civilizados.