Risas sanas con Broncano
Cuánto se van a reír muchos que no conocían a David Broncano -gracias a que llega a Televisión Española- con el humor sano de su equipo, con el creativo Ricardo Castella, el descaro de Jorge Ponce y la espontaneidad de Grison. Suelen elogiarles por la frescura de su espíritu cómico. Con razón. Las entrevistas adolecen a veces de falta de ritmo, se nota con frecuencia que no hay mucha preparación y se fía todo a la improvisación, pero ellos nunca engañan: no tienen intención periodística, aunque informan mucho. Su única vocación es echarse unas risas y que los espectadores compartan ese ambiente gamberro, irreverente y sin prejuicios, en el que se mofan de sí mismos, para empezar. Como ya han hecho en su estreno de ‘La Revuelta’, un programa calco de ‘La Resistencia’ en Movistar +, cuando Ponce se ha burlado de que no había ninguna novedad, confesando así que se han copiado a sí mismos. ¿Y qué?
Aunque la estructura no haya variado, el carácter imprevisible de cada emisión hará seguramente que el público no se aburra. O sí, porque Broncano y su ‘banda’ llevan años pregonando que para ver televisión de calidad hay que ir a ‘El Hormiguero’. Por eso, quienes les hayan seguido -y Pablo Motos debería saberlo- se habrán quedado estupefactos como yo con todos los disparates que han soltado con la conspiranoia de que Pedro Sánchez pretende con su fichaje neutralizar o “tumbar” al mucho más famoso presentador del programa estrella de Antena 3. Ver una maniobra política detrás de Broncano y compañía suena a guasa y ya de entrada así se lo han tomado ellos, con cachondeo y sarcasmo: “Yo creía que veníamos a eso; a lavarles el cerebro; al final del programa tiene que haber la mitad de gays y de menas”. La frase de Ricardo Castella resume y retrata la idiotez de la campaña de desprestigio intentada desde la derecha. Y como de costumbre, con mentiras una detrás de otra, desde el salario de Broncano a su falsa trayectoria de apología del Gobierno.
Quien sí ha enturbiado un poco su programa de entretenimiento, brillante y original con los experimentos químicos divertidos y didácticos o sus entrevistas a famosos de todo el mundo, es Pablo Motos, con esa idea de meterle una sección de política, sobre todo, tan escorada y descaradamente partidista que difunde bulos por boca de Juan del Val. Pero es perfectamente legítimo, en ‘El Hormiguero’ puede definir sus contenidos y estrategias como mejor les parezca, faltaría más. Y seguramente continuará tiempo como líder de audiencia. O no. ¿Qué importa eso? Las neurosis contra Broncano nacen del temor de ciertos personajillos maquiavélicos a que pueda restar público al valenciano Motos y, claro, con este despliegue propagandista para promover el voto conservador, no es plan de perder altavoces poderosos de cara a las siguientes elecciones. Y no es porque el nuevo cómico en plaza -el jienense- vaya a hacer lo mismo en el otro sentido, sino simplemente porque habrá menos ojos y menos orejas atentas a que les vendan motos. Un buen juego de palabras: Motos vendiendo motos. Recuerdo lo mucho que me divertía su programa radiofónico, antes de triunfar en la pequeña pantalla, con aquellos “momentos teniente” o el “frente de batalla”. En fin, ahora entusiasma a otros muchos con esas pullas a Pedro Sánchez. Cada cosa tiene su público.