Page y Lambán, al más puro estilo de presidentes regionalistas
Hablamos de Emiliano García-Page y Javier Lambán, aquellos líderes (barones) socialistas ya conocidos por su disidencia disociativa con las directrices que actualmente dicta el PSOE, su ejecutiva y el presidente del Gobierno. Ya se les conoce como Los san Pedro y san Pablo, y son, sin duda, férreos disidentes por su vehemencia al desafiar a Sánchez en temas como la financiación autonómica o la amnistía. No quieren ni oír del acuerdo de financiación fiscal entre el PSC y ERC, cuyo resultado dio la presidencia de Cataluña a Salvador Illa. No son los únicos dentro de las federaciones socialistas, pero sí los más ruidosos y a quienes gusta mostrar en público la caterva conservadora del PP.
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, argumenta: «No sé si de amnistía o de la Constitución, pero de dinero entiende todo el mundo. Sabemos lo que hay, y no creo que haya muchos tontos que se traguen este cuento».
Lambán, por su parte, aduce que esa financiación singular catalana «sería la mecha a esa especie de bomba que haría saltar por los aires el país desde el punto de vista de la solidaridad y la cohesión».
Ambos aducen que el acuerdo catalán va contra los valores socialistas, pero una cosa es esa disparidad de opiniones, que ha quedado reflejada en el Comité Federal, y otra el éxito económico, social y en el ámbito territorial conseguido por Sánchez, que es incuestionable. Pero Lambán se sigue aferrando a su condición de ex presidente de Aragón, y no comprende cómo un aragonés puede defender el cupo catalán, a la par que califica al gobierno de moverse por intereses partidistas. Bueno, problemas partidistas entre iguales.
Una pena, y gracias que ni Lambán ni Page se ocultan entre la niebla del anonimato, van de frente, aunque su enfrentamiento provoca dificultades al PSOE, cuya nave surca este tiempo indeciso, cabalgando a lomos de las diarias tormentas políticas. Estos dos no son caudillos que desovillan los problemas, los refuerzan, pues se creen garantes del socialismo, pero sus suelas están gastadas y no quieren darse cuenta, es más fácil comprometer al partido en sus regiones para que sepamos que les alcanza la agitada actualidad.
Son personas cultas, dotadas de verbo elocuente que creen que su visión libre de las cosas conserva toda la verdad y, además, es transgresora. Muchos socialistas y españoles conservamos nuestra esperanza en el PSOE y en la toma de decisiones del Gobierno progresista de Sánchez. Y sufrimos, como todos, los embates diarios de la derecha y su ultra contra todo aquello que promueva o haga Sánchez o el Gobierno.
¿Para qué tantos ríos de tinta y críticas desmedidas cuando al final dirimirán los tribunales de justicia?
La derecha no es que sea o haga oposición, es que cree tener una fundada tendencia a sospechar de todo lo de Sánchez, y en vez de animarse a desliar el ovillo político, lo enreda todo más.
Page, Lambán, Feijóo y Abascal están llenos de amargura, y se colocan junto a los de la caverna, cuales sombras agazapadas entre las sombras.