La historia se alarga más de lo deseable. El asunto de los indultos a los condenados por el process sigue manteniendo la atención mediática más allá de lo que cabía esperar. Los partidos de la derecha siguen aferrados a su postura anti-indultos e intentan aprovechar este agujero político para meter presión a toda costa. La manifestación de Colón fue toda una declaración de intenciones con el objetivo de atraer el interés de aquellos que no quieren saber nada de eximir penas carcelarias, incluido un sector socialista que piensa que esto de ‘perdonar’ es solo cosa de católicos practicantes. Esta convocatoria, no se sabe muy bien organizada por quien, estuvo bien nutrida de público y de duras consignas, incluidos insultos, contra la decisión de gobierno central. Entre cortes de luz y algún que otro improperio, todo se mantuvo dentro de la normalidad, si es que a esta situación se le puede denominar así.
Y hasta aquí hemos llegado. A la chita callando el gobierno, primero con la boca pequeña y ahora abiertamente, está a punto de culminar una estrategia que busca anular a sus socios de gobierno a tiempo parcial, como lo es ERC, con una condonación de penas que pueda allanar el camino para un entendimiento entre el sector independentista y el resto de los españoles. O eso es lo que parece. Y esto es precisamente lo que puede enfurecer a PP, Vox y lo que queda de Ciudadanos porque el resultado de los indultos puede conllevar un estado de calma y paz política que no interesa en absoluto para estos.
Mientras la presidenta Ayuso esparce el fango cuando mete al Rey en el debate político, deslizando la idea de que firmar esos indultos supondría su complicidad y poniendo en un aprieto a algunos de sus compañeros de filas que no comparten tan atrevida afirmación. Y si no había ruido suficiente, el medio desplante de Ada Colau y Pere Aragonés al rey Felipe VI durante la visita del presidente de Corea del Sur, Moon Je-In, deja en un segundo plano mediático el verdadero objetivo de la misión asiática que busca generar mayores alianzas económicas con España, que para eso han venido.
Y culminar la semana, los empresarios, que tienen mucho que decir en el tema del procés, han entrado en escena. El presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, en la misma línea que sus homólogos catalanes, ha puesto algo de cordura en este asunto. Con buen criterio, y respetando todas las opiniones, se ha mostrado a favor de los indultos siempre y cuando tiendan a normalizar la situación entre Cataluña y España, dentro de nuestro estado de derecho. Posiblemente lo más sensato que se ha podido oir desde que se inició este debate.