Macroplantas solares, una aberración
Con lo bien que nos vendría a todos generar energía solar fotovoltaica, en estas tierras mediterráneas con más de trescientos días despejados en el cielo. Hace décadas que esperaba yo con expectación una especie de revolución de las placas para acabar con nuestra dependencia y el abusivo sistema de suministro de las grandes compañías, privatizadas sin razón las más importantes, además. Y sin embargo, ahora nos encontramos con la aberración de los proyectos de macroplantas, como varias que hay proyectadas en la comarca de la Foia de Castalla y también en zonas vecinas, en particular, en Villena. ¿No se les ocurre otra forma de instalar los paneles fotovoltaicos, tiene que ser arrasando el paisaje e invadiéndolo todo? Supongo que -una vez más- se impone la lógica del ‘negoci’, como en tantos otros campos de juego. Colocar esas instalaciones en las cubiertas de los edificios, viviendas unifamiliares (allí donde se pueda, claro) y, sobre todo, en las naves industriales, no representaría ninguna agresión visual, pero seguro que resulta más caro que en el suelo agrícola o rural. Ya lo he comentado en estas páginas otras veces: hasta en los postes del tendido ferroviario se podría aprovechar algo de superficie, aunque sólo sea por el número ingente de estos soportes, por miles en todo el territorio. Cuestión de echarle imaginación, antes que talar almendros, olivos, viña o simplemente arrasar con matorrales y árboles. Si ya tenemos un pie en la desertificación en el sureste peninsular, sólo nos faltaría andar destruyendo masa vegetal para inundarlo todo de chapa y cristal.
Como suele ocurrir en estas situaciones y derivas, los ecologistas mantienen el único discurso sensato y con la perspectiva a largo plazo, pensando generosamente en las futuras generaciones: energía solar, sí, claro, pero no a cualquier precio, en macroplantas. A mí, si hasta me parece razonable que grandes empresas saquen rentabilidad del astro rey y soy consciente de que el motor de la economía se engrasa siempre con la iniciativa privada, pero este nuevo nicho de mercado se puede explotar de forma racional, aunque ofrezca beneficios más modestos.