Lo del colapso contable ya no cuela, alcalde
En general, las tareas domésticas despiertan pocas pasiones, ni para quienes las hacen ni para quienes se benefician de ellas. La limpieza, especialmente. Qué pocos titulares de prensa se leen sobre que tal o cual ciudad está muy limpia, más allá de las comparativas que hace de vez en cuando la OCU de los consumidores entre diferentes urbes. Ahí, aún aún, la gente pone el ojo un momento para ver si sus calles están mejor que las de otros sitios. Pues aunque este servicio público no da para colgarse medallas ni poner primeras piedras con foto o encandilar a los electores en campaña, me da a mí que sí tiene una trascendencia y se percibe con mucha “ansía viva” que diría el gran cómico José Mota. En la ciudad de Alicante, sin ir más lejos, es un clásico comparar con que todo está muy sucio si uno mira a Elche. Y ahora me dicen en Ibi que están igualmente hartos de ver cochambre y abandono por los rincones. Hasta me envían fotos en las que se ve como brota la mala hierba en algunas aceras.
Alcalde, supongo que el colapso contable con el que arrancó su mandato pudo influir durante meses para tener desatendido este cometido (y otros muchos), pero ya no cuela. Hay que ponerse las pilas y no consentir más que la falta de riego por goteo arrase con las plantas en la emblemática plaza de los Reyes Magos o resulte una aventura casi de adentrarse en la selva amazónica el simple gesto de cruzar alguna rotonda. Si hasta se ven cascotes desprendidos de algún bordillo hace semanas por una tormenta. Esto no va de ideologías ni de siglas de partidos: se le supone a todos los responsables municipales. La casa no puede estar sin barrer, literalmente.
Y hablando de limpieza, a otro nivel menos prosaico o más elevado, qué sucio está el debate político actual con la convalidación de penas de cárcel que puede beneficiar a terroristas, en aplicación de una directiva europea. Ayuso no defrauda nunca: “ETA está más fuerte que nunca”. No sé qué pensarán las familias de los cientos de víctimas de la banda sanguinaria, si comparar aquellos tiempos en que con asiduidad desesperante nos desayunábamos con noticias de muertos a bombas o disparos en la nuca, con más de una década de paz –lo que vivimos ahora–, se ajusta a la realidad. Vaya falta de respeto. Propongo una hipótesis: imaginemos que al decapitador Daniel Sancho le conceden después de unos años entre rejas en Tailandia el regreso a España. Supongo que todos estos escandalizados por la rebaja de penas de prisión con la nueva ley no estarán de acuerdo en que se le descuente aquel tiempo pasado en el trullo para seguir encerrado en el talego en España. Ni mucho menos. Cómo se va a aceptar que un asesino así quede en libertad algo antes sólo por haber cumplido condena en Asia. Eso no cuenta. Que se pudra y ponga el contador a cero nada más pisar tierra patria.