La gran fiesta
La función de ejercer nuestro derecho a través de las urnas, para elegir quiénes habrán de gobernarnos a lo largo y ancho de esta legislatura que nos dirigirá durante los próximos cuatro años, supone la máxima expresión de libertad que nos otorga la democracia y, en estas elecciones recién celebradas, creo que esta máxima se nos ha mostrado en todo su esplendor. Es la gran fiesta de la democracia y lo avala, en buena medida, la gran participación alcanzada.
La noche del domingo pasado, tras el recuento de los votos, las sedes de los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, brillaban como ascuas encendidas de desbordada euforia. Ambas formaciones sabían y saben el largo y tortuoso camino que les espera, a uno por alcanzar la presidencia y al otro por no perderla, o sea, que el actual presidente tiene ante sí varios posibles, aunque difíciles apoyos a los que agarrarse, y el aspirante a presidente, tras el tremendo batacazo de Vox, en quién centraba sus esperanzas de poder alcanzar los escaños que le faltaran para la mayoría necesaria, apenas le quedan otros asideros a los que echar mano.
Sí, supondrá una auténtica odisea recorrer el camino, el complejo e interesado mercadeo de pactos, apoyos o acuerdos que, sin lugar a dudas, navegarán por las interesadas aguas del abuso, pues los principales frentes que pueden proporcionar dichos apoyos ya vienen anunciando desde tiempo atrás que venderían caro su favor. Las autonomías están en su derecho de aprovechar la ocasión que se les ha presentado para mejorar su territorio en mejoras sociales o en otras carencias que vienen sufriendo, el problema difícil de solucionar va a estar en autonomías como son Cataluña y el País Vasco, sobre todo en sus formaciones políticas con más arraigados afanes independentistas, pero todo tiene un límite, deben de tener en cuenta que si tensan demasiado la cuerda, esta terminará por romperse, lo que nos llevaría a la repetición de las elecciones, algo que no beneficiaría a nadie, por sus costes económicos y, principalmente, por el gran vacío de gobierno que originaría a nuestro país, en términos generales.
Aun así, y a pesar de los laberínticos avatares por los que habrán de discurrir estas complejas elecciones hasta alcanzar su granazón, me obstino en encontrarles su parte buena y creo hallarla en su movilidad, en los vaivenes que nos vienen proporcionando desde los comienzos mismos de su trayectoria, que no dejan hueco al tedio, al aburrimiento, vamos de sorpresa en sorpresa.
Tras los resultados de las elecciones autonómicas y municipales, nadie daba un chavo por la posibilidad de que Sánchez se mantuviese en la Presidencia tras las generales, y ahora todo apunta a que tiene muchas posibilidades de continuar gobernándonos. Más que nadie. Espero y deseo que así sea.