¿Financiación singular? No, ya son tres
¡Qué vergüenza! No se puede tolerar… El separatismo catalán exige nada menos que una “financiación singular” para su Comunidad Autónoma, nación, país o lo que quieran (uno, en cuestión de palabros inventados por el hombre, está por la libertad absoluta). Hace varias décadas que vascos y navarros tienen su régimen fiscal propio justificado en fueros -cuánta modernidad, nada menos que derechos o más bien “privilegios” o “prerrogativas”, según el diccionario, basados en su historia, su pasado- pero ahora si otra región lo pide se va a romper España (otra vez). Quién sabe, a mí me gustaría consultar a economistas de diferente ideología (liberales, keynesianos, si queda alguno) para que hagan números y nos digan qué pasaría si todas las autonomías autogestionaran sus impuestos y luego, eso sí, aportaran una parte a los gastos comunes a todo el territorio, como el Ejército, la diplomacia, servicios de Emergencia estatales…
Tal vez más de un nacionalista entusiasta con esta “soberanía fiscal” se llevaba un chasco, porque al descontar estas cargas económicas básicas y menos vistosas, tal vez, en el día a día, iban a dejar la caja más o menos igual de vacía (o de llena) que está actualmente con una gestión más global dirigida desde el Gobierno central. Sin olvidarse de los compromisos oscuros contraídos por pertenecer a la OTAN, léase comprar armas yankis para “ayudar” a Ucrania.
En fin, después de este breve análisis de cómo una misma noticia o tema informativo -una financiación autonómica clasista y discriminatoria- tiene un tratamiento tan distinto en los medios de comunicación, según quien se beneficie (antaño, Euskadi y Navarra, hogaño, Catalunya), se me ocurren más ejemplos. Una degradación de mi oficio, dicho sea de paso.
¿Han leído que la alcaldesa de Valencia y sus colegas de otras ciudades han decidido establecer una moratoria para licencias de viviendas turísticas? Los síntomas de saturación en algunos barrios, donde los precios de sablazo para los que vienen de vacaciones han disparado la inflación de los alquileres y el mercado (libre, claro) está expulsando de sus viviendas a los lugareños, quienes llevaban décadas viviendo allí, en algunos casos. Eso, si no se marchan antes por no soportar los ruidos prácticamente durante todo el año.
Paradójicamente, o no tanto, hace unos pocos años, a otra alcaldesa se le ocurrió hacer lo mismo, pero fíjate tú por donde (perdón por tutear) que eso que ahora se está extendiendo y se asume como razonable, entonces se valoró y contó en otros términos a la opinión pública. Resumiendo y a saber: la loca podemita Ada Colau paraliza al sector turístico de Barcelona con medidas dictatoriales propias del comunismo intervencionista y retrógrado de la exUnión Soviética.