Errejón, sólo sí es sí
Parece mentira que uno de los exponentes más activos del feminismo, al menos de boquilla, Íñigo Errejón, haya estado escondiendo una doble vida de Doctor Jekyll y Mister Hyde. Mientras denunciaba en voz bien alta el machismo que hace la vida imposible a muchas mujeres, el acoso sexual y los excesos de tanto energúmeno, en privado se comportaba como un baboso al menos con una víctima que ha acudido al juzgado, si no son más. En fin, en estos casos, lo único que se le puede desear es que la Justicia dictamine su responsabilidad, en la medida que le toque, ni en exceso o linchamiento, ni tampoco con paños calientes. El tópico de que le caiga “todo el peso de la ley” siempre me ha sonado a revanchismo, aunque Errejón tiene ese plus agravante de inmoralidad por tratarse de un personaje público, que debería dar ejemplo, pero eso queda en la esfera social, no de los tribunales. Ya tiene bastante con haberse cargado su imagen de por vida. Que lo hubiera pensado, antes de ir tan flojo de bragueta. Íñigo, sólo sí es sí, ¿te acuerdas?
Más allá del “personaje”, como él mismo se ha autodefinido en una carta lamentable en redes sociales, en la que ha faltado lo más básico (pedir perdón), en su entorno político han dado unas explicaciones un tanto endebles. En Sumar y Más Madrid vienen a confesar que habían oído campanas, pero que creían que sólo se trataba de “problemas personales” de su portavoz parlamentario. Con sospechas de que la cosa iba de posible acoso sexual, deberían haber indagado algo más, preguntar a quienes decían ser sus víctimas no hubiera estado de más, para ser coherentes con sus principios de apoyo incondicional a las mujeres. Con frecuencia, siguen teniendo miedo a denunciar. Y su líder, Yolanda Díaz, podía haber acelerado algo su regreso de América, la situación era lo bastante grave como para quedarse de gira al otro lado del Atlántico.
En cuanto a la conducta de PP, Vox y buena parte de los medios de comunicación, pues en su línea: casi nunca defraudan y esta vez no iba a ser la excepción. Lo mejor que le podría pasar a Errejón –ojalá que no ocurra– sería que le toque un juez de esos “conservadores” (la abrumadora mayoría) que rebajaban penas a condenados por delitos sexuales con su interpretación retorcida e infumable de la ley del ‘sólo sí es sí’. Y no digamos si hubieran conseguido gobernar Feijóo y Abascal, igual hasta borraban la violencia de género del Código Penal, difuminaban otras tropelías y lo de Errejón quedaba en un simple calentón de novio machote. Si hay que tener cuajo para ir de picha brava y predicando por la lucha a favor de las mujeres, como ha hecho el protagonista de esta historia, también hay que tener cuajo para rebuznar términos como “chiriguintos feminazis” y ahora rasgarse las vestiduras por un caso de tocamientos. Un partido que pone de candidato a un maltratador condenado por ir 23 veces a esperar a su exmujer a la salida del colegio para hostigarla puede dar ahora pocas lecciones de ética. Y su cómplice de andanzas en coaliciones de gobierno, pues tampoco está para darse muchos golpes en el pecho. ¿Qué decían cuando Plácido Domingo? Curioso, verdad. Como guinda del pastel, algunas televisiones y digitales han perseguido al padre de Errejón mientras sacaba el perro a pasear y han emitido sus imágenes después de pedirles él que no quería salir. La vergüenza del periodismo.