El fallo nada positivo de Nacho Cano
Tristeza me produce ver a un artista con el talento de Nacho Cano, artífice del grupo de pop español seguramente más internacional y una mina de canciones memorables que serían universales si se hubieran compuesto en inglés, ahora en la picota por lo que tiene toda la pinta de ser un fallo. Tal vez grave, eso ya lo dirá la investigación en marcha, pero sin una intencionalidad por hacer el mal. Por desgracia, me temo que se trata de uno de los males más humanos de nuestro tiempo: hacer negocio por encima de tus posibilidades. Como otros también recurren a mano de obra barata para hacer más rentable el espectáculo, ¿por qué no voy a aprovechar yo también? Algo así debió pensar el hermano joven de los Mecano, autor entre otros temas del genial ‘El fallo positivo’, que podría atribuirse ahora a su desliz de contratar con apaños a unos jóvenes mexicanos como “becarios”… Huele a chapuza. Es un fallo nada positivo. Desde el país donde más hispanohablantes hay en el mundo –cien millones, el doble que nosotros, los orgullosos ‘gallegos’ de La Madre Patria– han destapado ese presunto chanchullo: becaron a tres estudiantes, mientras que en el espectáculo ‘Malinche’ había 17 empleados en prácticas. Bueno, es un decir, porque al parecer “cobraban” unos quinientos euros.
Cano se ha justificado en que ellos “bailaban porque querían”. Casi parece un chiste de Arévalo, del estilo de aquel que pillaron con drogas cuando había dicho que transportaba “pienso para los pollos”, y al destaparse su alijo, se justificó con “… bueno, yo se lo doy a los pollos y, si no se lo comen, lo vendo”. Todos tenemos derecho a buscarnos la vida y este artista que ha entrado con honor en la historia de la música por su capacidad creativa de melodías pegadizas podría haber pedido disculpas, enmendar el desaguisado y regularizar la situación laboral de su plantilla. El origen de su conflicto, como suele ocurrir en estos casos, viene de la denuncia de algún empleado o empleada resabiado y resentido, “conflictiva” ha dicho el músico. Pero él no puede perder los papeles gimoteando con que hay una conspiración en contra suya de “policías estalinistas” y sugerir que el Gobierno está detrás debido a que él “no es comunista, ni de izquierdas, porque no es tonto”. Agentes bolivarianos y confabulados para detenerle, eso no le cabe en la cabeza ni al guionista más disparatado de una película de serie B.
Le debe haber afectado al sentido común esa relación tan cariñosa con la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, que le concedió una Gran Medalla, quien mucho más que ponerle un piso, iba a dejarle montar una pirámide gigante para su tinglado escénico, y luego estuvieron juntos de vacaciones paradisiacas. Quieras o no, ese buen rollito con las ocurrencias en la trastienda de Miguel Ángel Rodríguez… Al final, acabas haciendo el ridículo. Una pena. Vuelve a escribir tus propias letras de canciones y no escuches a según qué amistades peligrosas.