¿Caso? Oltra: el ‘lawfare’ alimentado con sobornos
Lo más impresentable de la campaña de acoso contra Mónica Oltra urdida con éxito hasta que consiguieron su dimisión es que se alimentó con sobornos, ofreciendo una mordida a la víctima de los abusos sexuales para que denunciara a la entonces número 2 del Gobierno de la Generalitat Valenciana. Seguro que esta maniobra rastrera tiene perfecto encaje legal –cómo no, otra miseria jurídica más de nuestras leyes–, pero más de uno tendría que reflexionar al respecto, en concreto, algunos de esos ciudadanos tan respetables que lucen toga y en su gran mayoría son ‘personas de bien’.
La joven sufrió la peor parte de este asunto, cuando era menor de edad y tuvo que soportar contactos carnales de un hombre adulto, en su caso, además, responsable en un departamento de Servicios Sociales, nada menos. Eso nadie lo cuestionó nunca. Pero de ahí a inventarse que Mónica Oltra había encubierto a su exmarido, maniobra casi imposible con una investigación judicial en marcha, y con la complicidad necesaria de funcionarios que difícilmente iban a jugarse el puesto por una política de paso, como todos, y que pasados unos años pasaría a otra actividad…
Pues aún así, el montaje y la farsa cuajaron sin problema, para que luego digan que no hay ‘lawfare’ en España. La guerra jurídica secundada por buena parte del circo mediático tiene más vigencia que nunca. Es más, en este caso de Oltra, para convencer a la víctima de los abusos, una fundadora de Vox –que ahora va por libre– y el propio partido filofranquista le prometieron trabajo y vivienda para presentar la denuncia. Además, muy propio de gente de esta calaña, ni siquiera cumplieron con la ‘mordida’ y por eso nos enteramos de la treta.
¿Y eso no dio qué pensar en el juzgado? ¿No quedó bastante clara cuál era la intencionalidad del asunto judicializado? Todavía puede darse con un canto en los dientes la dirigente de Compromís de que por fin hayan cerrado el caso y no hayan seguido prolongándolo hasta el infinito con las peticiones de revisar miles de correos electrónicos internos del personal de la Conselleria, tal como habían solicitado estas indecentes acusaciones populares ejercidas por la ultraderecha. Y qué decir de la caterva de opinadores, pseudomedios de comunicación y adversarios políticos de Oltra que siguieron despotricando cuando ya se sabía que en el meollo de la denuncia había un soborno de unos entusiastas del franquismo.