Carlos Lozano Guillem es un joven investigador, de 27 años, que desde hace algo más de un año reside en Roma realizando un doctorado sobre el uso del agua como manifestación del poder en Europa centro-meridional durante la Edad Moderna.
Graduado en Historia del Arte y Máster en Estudios Avanzados de Museos y Patrimonio Histórico-Artístico, ambas por la Universidad Complutense de Madrid, este ibense está cumpliendo un sueño, ya que es un enamorado de la capital italiana. Una pasión que compagina con otras aficiones como el cine, el deporte y la música.
¿Cómo fue el proceso para obtener esta oportunidad y qué significa para ti haber sido seleccionado para este doctorado?
El proceso de selección fue mediante concurso público a nivel nacional (Italia), el cual se desarrolló en tres fases. La primera de ellas fue a nivel curricular, donde se valoraba la experiencia previa, la formación universitaria, las publicaciones en el sector, el dominio de idiomas y otras capacidades.
Tras esta primera criba comenzó la verdadera experiencia, me explico. Me citaron junto al resto de candidatos (unas 120 personas más o menos) para llevar a cabo la prueba escrita de forma presencial en la Universidad Tor Vergata de Roma, la cual se desarrolló en un formato semejante al de las oposiciones como las conocemos en España. Es decir, se hizo un sorteo, se extrajo un papelito con una serie de temas del que había que escoger uno para realizar el ejercicio en unas 2-3 horas de duración. Obviamente todo en italiano. Los temas iban en relación con los diversos programas de fondos de la Unión Europa destinados a Italia para desarrollar este tipo de proyectos, cuestiones de actualidad en términos artísticos, de restauración, patrimonio material e inmaterial, etc.
Salí muy contento de la prueba, al día siguiente volví a Madrid (donde residía en ese momento) y esperé los resultados. Tras la comunicación de que había aprobado y pasaba a la siguiente y última fase (la prueba oral), tuve que volver la semana siguiente a Roma para realizar esta especie de entrevista ante el tribunal, donde me preguntaron acerca de algunas cuestiones que había escrito en la anterior prueba, porqué mi proyecto debía de ser financiado y, por último, una prueba en inglés.
Esa misma tarde, mientras esperaba en el aeropuerto para embarcar de nuevo dirección Madrid recibí un correo de la directora del programa de doctorado donde me daba la enhorabuena tras haber sido uno de los nueve seleccionados, así que me volví para España con una sonrisa permanente de oreja a oreja. A nivel personal fue un momento único, un sueño, ya que, quien me conoce, sabe del amor y obsesión que tenía (y tengo) con Italia en general y con Roma en particular, y sobre todo para realizar una tesis doctoral allí.
Tu investigación se centra en el uso del agua como manifestación del poder en Europa centro-meridional durante la Edad Moderna. ¿Qué te llevó a elegir este tema y qué impacto crees que puede tener en el estudio de la historia de la arquitectura?
La elección del tema fue una propuesta conjunta de dos de mis tutoras de tesis, teniendo en cuenta que se trataba de una cuestión que no se había abordado por parte de investigadores españoles desde un punto de vista transnacional, con un carácter más amplio, a diferencia de casos de estudio concretos que sí han tenido lugar.
Creo que esta investigación puede obtener resultados novedosos a su término, donde quedará patente la circulación de ideas y modelos que hubo en Europa entre los siglos XVI y XVIII concretamente, así como la importancia que tuvo el agua más allá de su uso doméstico, convirtiéndola en un elemento clave en términos técnicos, arquitectónicos y representativos, en definitiva, de manifestación del poder a partir de la capacidad de sorprender al espectador, cuando este entraba al teatro barroco que suponía el paseo por los jardines de las villas de los más potentes, las cuales presentaban cuidados discursos con fuentes que accionaban distintos juegos de agua.
¿Más allá de tu investigación, realizas alguna otra labor en la Universidad?
Sí, he impartido algunas clases a los alumnos de primer año en la asignatura de Historia de la Arquitectura. Además, en este cuatrimestre estoy realizando las prácticas de esta misma asignatura junto al profesor titular, a quien ayudo también para guiar y tutorizar a los alumnos con sus trabajos finales.
Además de tu doctorado, colaboras con el archivo histórico de la Embajada de España ante la Santa Sede. ¿Qué tipo de trabajo realizas allí y cómo complementa esto tu investigación académica?
En el archivo histórico de la Embajada de España ante la Santa Sede estoy realizando una colaboración en la que reviso y ordeno documentación muy interesante en términos históricos, políticos, sociales, religiosos, etc.
Es un privilegio el hecho de estar allí desde hace algo más de un año, donde estoy aprendiendo mucho -más allá de mi investigación-, es algo que recordaré siempre.
Pasar de Ibi a Roma es un cambio significativo. ¿Cómo ha sido tu experiencia de vivir en Italia y adaptarte a una nueva cultura, tanto a nivel personal como profesional? ¿Cuánto tiempo te vas a quedar allí?
Bueno, he de decir que realmente el cambio fue de Madrid a Roma, donde llevaba viviendo algo más de ocho años. Aun así, era la primera vez que iba a vivir fuera de España, pero por ahora todo están siendo estímulos y buenas experiencias, estoy muy contento tanto en lo profesional como en lo personal. Creo que fue fácil integrarme puesto que ya llegaba con una buena base de italiano, contaba con amigos italianos (algunos de ellos viviendo en Roma), y el hecho de estar en un “mundillo” en el que conozco a gente nueva cada semana debido a los archivos y bibliotecas que frecuento en Roma para investigar, donde hay gente joven de todo el mundo, da pie a que estés siempre activo.
Ahora mismo me quedan aún dos años más por contrato, luego veremos si sigo más tiempo o vuelvo a España, todo dependerá de las diversas oportunidades que aparezcan.
¿Qué consejos darías a otros jóvenes investigadores que desean seguir una trayectoria académica internacional o trabajar en instituciones prestigiosas como las que mencionas?
Pues quizás suene a tópico, pero diría que la clave está en intentarlo y dar ese primer paso, algo que muchas veces no es tan fácil. Y una vez decides ir hacia delante, hacerlo de forma decidida y confiando en tus cualidades.
Por otro lado, en el poco más de un año que llevo yo, tengo clarísimo que es altamente recomendable, ya que incluso tratándose de un país semejante como lo es Italia, te pone a prueba, a nivel profesional y personal, por lo que, como decía, considero que sirve para conocerse más y mejor a uno mismo. Pero esta es simplemente mi opinión, cada uno tendrá la suya, ligada a sus experiencias.
Finalmente, mirando al futuro, ¿cuáles son tus objetivos a largo plazo como historiador y dónde te ves en unos años?
Mi objetivo a largo plazo es terminar presentando un buen proyecto en Roma para luego poder optar a un buen programa postdoctoral, ya sea en España, en Italia o en otro sitio. Me gustaría verme en un futuro trabajando en la universidad y realizando mis investigaciones en paralelo.