La realidad de Feijóo y sus expectativas no cumplidas
¿Pueden imaginarlo? Pues no se lo imaginen, lo hemos visto todos. Hemos visto cómo Feijóo se ha dado un baño de ridículo reflejándose en el espejo de su supina soledad durante su fallida investidura, y anda con su espíritu cercenado, ya que no lo ha conseguido y sus emociones han quedado en nada. Nos quiso vender humo, y todo lo que desde ahora le pase, lo merece. La realidad le ha vencido, ligó su futuro a la ultraderecha de Vox, y le queda olor a carcoma y serrín diseminado en el suelo que pisa. Quiso sacar pecho en el Congreso aduciendo el mantra mentiroso de que no es presidente del Gobierno porque ha renunciado a las pretensiones de los independentistas; la verdad es que sus baladronadas sobre que gobierna más comunidades autónomas que los demás, le está resultando difícil de gestionar, y su socio real es la ultraderecha.
Antaño se decía: «PSOE y PP, la misma mierda es», lo que me lleva a pensar que hoy esta frase grosera puede aplicarse a PP y Vox. El PP ya no se diferencia de Vox, aunque frente a las cámaras o los medios de comunicación intenten separarse de las barbaridades que Vox comete por las autonomías –con total anuencia y conformidad del PP– con sus autonómicos dirigentes, que deberían llevar colocada una pinza en la nariz por el hediondo olor que en aquellos lares se desprende. Al contrario, los diputados del PSOE cierran filas entorno a la investidura de Sánchez, y votan en conciencia pese a toda esa cháchara y vacuidad de las peticiones independentistas.
En su desproporcionado acto madrileño contra la amnistía, Ayuso pedía nuevas elecciones, lo mismo que vienen pidiendo desde hace cinco años que no gobiernan, pero es que no hace nada ya hemos votado y todavía queda la investidura de Pedro Sánchez. O se hacen los tontos o es que lo son. ¿Acaso el PP no tiene claro el concepto de que el resultado electoral no les da para gobernar? La mayoría social se decantó por cuatro años más de Gobierno progresista. Se pueden perder unas elecciones, unas votaciones, pero no se puede perder el sentido de la realidad, estar perdido, que es lo que le pasa al PP. Y no se exagera, pues mirando el lema del PP en la manifestación o mitin madrileño: «si no gobernamos nosotros, no gobierna nadie», todo el dilema está resuelto.
Temo que Feijóo, hasta que no lo decapiten como a Casado, medrará e incordiará –como hizo en la legislatura anterior– desde el primer día del Gobierno progresista. Una cosa es ser líder de la oposición y otra son sus malas artes. Tiene cuatro años más para recapacitar.