El piso donde vive Ayuso vale el doble que el ‘casoplón Coletas’
Antes de que me saque usted la frase de Pablo Iglesias cuando denostó a la “casta” política que vivía en pisos de lujo, le propongo un ejercicio-test de prueba: ¿qué habría cambiado para el fundador, alma mater y al mismo tiempo verdugo en parte de Podemos, si no hubiera dicho nada de eso, al saberse que se había comprado un chalé en una zona residencial de Madrid? Ya anticipo yo la respuesta. Exactamente nada, habría acabado igualmente en la hoguera, porque el termómetro en España para medir lo “rojo auténtico” que es alguien se basa en su patrimonio personal y, todo lo que no sea vivir debajo de un puente, ir a pie por la vida (en bici, como mucho) y no haber catado una gamba en su vida, significa que es un falso izquierdista, ‘gauche divine’, etcétera, bla, bla. Lo de menos es qué vota en el Parlamento, al fin y al cabo, un diputado no está para esas cosas, en el caso de los tirando a ‘zurdos’, se le exige ir dando ejemplo de austeridad y malviviendo como un pordiosero… Sobre todo, porque así nadie lo votará nunca, claro.
Pues resulta que el piso donde vive Isabel Díaz Ayuso vale el doble que el ‘casoplón Coletas’, como un millón de euros, cosa que a mí me trae al pairo, pero ahora echo de menos los mismos chistes, críticas, en definitiva, la algarada que se montó con el chalé. Sin contar con que la hipoteca del chabolo de la gran esperanza blanca del PP cubre sólo una parte del importe, con lo que el resto parece venir de unas facturas falsas -presuntamente, aunque ya no tan presuntamente- dado que el mismo novio de la superlideresa ya ha confesado el fraude y quiere pacto con la fiscalía. Un ejemplo poco edificante para quien tantas lecciones se permite dar. ¿La libertad era para eso también?
De todas formas, como para los populares, el PSOE siempre está ahí, ahora con Koldo, antes con Berni o los ERE… vamos, que si ese partido no existiera, habría que inventarlo para compensar las que hace el PP, pues ya tenemos otro empate y “todos los políticos son iguales”. En ese río revuelto, ya cantan las encuestas quien gana: aunque los corruptos demuestren los mismos principios (ningunos) sean de las siglas que sean, el votante socialista se suele cabrear y quedarse en casa, el conservador, no, ese no falta a las urnas, pase lo que pase.