IA: mucho más de Artificial que de Inteligencia
Muchas alarmas hay disparadas por el cataclismo que se avecina con nuevas y revolucionarias herramientas de la llamada Inteligencia Artificial (IA) como ChatGPT. Se supone que deberíamos temblar en algunas profesiones como la de periodista porque estos ingenios tecnológicos nos convertirán en mano de obra inservible, obsoleta, imperfecta a su lado. Por supuesto, es obvio que el ser humano nunca podrá superar a la máquina… para funcionar como una máquina. Un sistema automatizado siempre podrá alcanzar la perfección en el sentido de no cometer fallos y ahí poco puede competir una criatura como nosotros, que se nos conoce incluso y especialmente por tropezar varias veces en la misma piedra.
Y sin embargo, ¿dónde queda la creatividad? Precisamente la gracia de leer un reportaje, una entrevista, una crónica, una crítica de arte, una columna de opinión y cualquier género de autor periodístico radica en el toque de subjetividad, el análisis único e irrepetible con el prisma singular de una persona concreta. Ese mismo texto tendrá tantas versiones como plumas lo escriban. Es más, incluso el mismo narrador, si vuelve a redactarlo, generará otra composición distinta. ¿A quién no le ha pasado que se le borra o pierde la información de un mensaje y a poco que sea largo, que tenga cierta extensión, ya no volverá a expresarlo con las mismas palabras, sólo unos minutos después?
Cuando se entrevista a una fuente de información, cuando se disfruta -o se detesta- un montaje teatral, al asistir a un acontecimiento, en definitiva, el momento de procesar una vivencia y relatarla sufre un proceso de interiorización del que dependen múltiples factores del individuo, desde su estado de ánimo a sus prejuicios y manías, incluso conscientes y queridos. ¿Qué puede aportar comparable en ese sentido un algoritmo, un robot que sólo se rige por la lógica y por una serie de datos que alguien le ha introducido previamente para que aprenda?
Aún no me creo que a un ente automático se le ocurran juegos de palabras como los que abundan en los memes de WhatsApp, o titulares telegráficos e incluso medio exabruptos intencionados, chascarrillos o chanzas de gañanes. ¿Cómo podría emular un chat de estos tan sofisticados el humor de Torrente, por ejemplo? “Hay dos clases de hombres, los que se lavan las manos antes de m…” No hay Inteligencia Artificial que pueda alcanzar esos niveles de pseudo-filosofía tan garrula.